domingo, 18 de marzo de 2012

-¿Estas bien?

(Puta pregunta.)

No, no sé si estoy bien. La verdad es que no lo sé.
Estoy desmotivada, desilusionada y tremendamente aburrida.
-Piensa en el aire...en el viento, que te transporta a un lugar donde la nieve te quema las palmas de las manos y huele a tierra mojada...
No, hoy no voy a pensar en cosas transcendentales. Nada de vientos que transportan a lugares bonitos, nada de canciones tristes con letras profundas, nada de poesía adulterada con palabras que suenan a amor verdadero.
Ni nieves cálidas, ni escritos, ni sentirme bien, ni respirar aire limpio, ni tirarme desde un barranco hacia un mar azul infinito.

Ni yoga, ni taichí, ni relajarme, ni respirar hondo, ni mierdas.
Nada de nada. Porque me he cansado. Y ya está.
Ya lo sé. Estoy cansada, frustrada, cabreada, jodidamente cabreada.
HASTA LA MÉDULA.
PORQUE tengo DERECHO a estar ENCABRONADA
Jodidamente cabreada conmigo misma.
Con la insistente niñata que vive de ilusiones y bobadas que dudosamente puedan llegar a cumplirse, y ELLA LO SABE y sin embargo lo hace. Estoy cabreada con la cría que duerme por las tardes y piensa por las noches. Cabreada con Neruda, Shekspeare y Blake, con las copas de los arboles a los que sube cuando está asustada, con esa puta sudadera que todavía guarda, con la ropa ancha que usa para esconder su cuerpo y con la vida que yo quería. Porque ahora se han quedado en nada.
Estoy aburrida, aburrida de verme siempre frustrada en ese intento de salir de esta mierda de agujero en el que estoy cayendo.
Y caigo...caigo.. hasta estrellarme contra tí