miércoles, 21 de diciembre de 2011

5 menos cuarto.

Y como si no bastara la hora, iba con el cinturón mal abrochado, llevaba la camiseta torcida,
la chaqueta que yo le regalé entera oliendo a perfume, y lo peor de todo:
esa cara... esa cara que yo he visto tantas putas veces.
Siempre en el mismo colchón. Ahora quisiera olvidarlas todas.

Después de hacer el amor todos nos dulcificamos,
Nuestros rasgos se suavizan, los ojos se humedecen ligeramente, la orejas están enrojecidas, el pelo un poco revuelto, los labios un poco más carnosos y la sonrisa llega más fácilmente, pero mucho más despacio.
Pero a él, literalmente no le llegó a tiempo para parar la bofetada.